miércoles, 7 de agosto de 2013

Eco 3D/4D Reloaded (28+5)

Os conté que el Piratilla, como buen piratilla que es, no se dejó ver mucho cuando fuimos a la sesión de ecografía en 3D/4D: nos daba la espalda, en plan "chuparos esa".

Nos dieron cita para intentarlo otro día y ese fue este viernes, 2 de agosto. Esta vez, Papá Duende no podía venir y decidí que lo mejor era ir con una buena amiga —una con la que ya compartí embarazo, además de muchas otras cosas—, en plan tranquilo. La Duendecilla se quedó en casa de los iaios (ahora que el iaio no trabaja por las tardes es toda una aventura) y nosotras nos fuimos para el centro de ecografías.

Esta vez tuvimos mejores vistas. Aunque el peque había vuelto a sentarse —en poco menos de dos semanas ha pasado de sentado a cefálica y de nuevo sentado, que sepamos al menos una vez xD—,  no estaba completamente girado hacia mi espalda, así que le vimos la carita, los mofletes que tiene, lo vimos gesticular, tener hipo... Aun me parece mentira que esa personita esté dentro de mí...

Personalmente lo veo muy diferente de su hermana: de constitución ósea mucho más recia, más gordi, con labios más finos y más tranquilo —ya veremos fuera, jaja—. Sin embargo, cuando los amigos y familia empezaron a ver la foto hubo consenso por unanimidad de que es clavado a la Duendecilla. Como digo siempre.... "yo es que no sirvo para esto... [de sacar parecidos]".

Qué ganas de verlo ya en vivo y en directo...

Pero aún queda toooooodo un trimestre.

Operación pañal


Mi bebé se hace grande...

La Duendecilla tiene dos años y casi cuatro meses. Ya este invierno hablábamos Papá Duende y yo que seguramente este verano sería el idóneo para animar a la enana a dejar el pañal. Con esa idea, empezamos en primavera a ponerla en el WC cada mañana para que se familiarizara con él y fuera reconociendo la sensación de hacer pipí. Lo cierto es que fue muy bien. Me hice con un arsenal de braguitas y vestidos (y sandalias "enjuagables") y llegó julio.

Para ser fiel a la realidad, he de contar los previos. Las iaias, cada una por su cuenta (y riesgo, jaja) ya habían tenido a la Duendecilla sin pañal a ratos; vamos, eso que dicen los libros/expertos que no se debe hacer porque confunde a los peques xD. Además, la seño de la guardería (a la que irá a partir de septiembre) nos comentó que lo mejor era empezar un sábado por la mañana, que estaríamos los papás con ella durante dos días; quitarle el pañal por la mañana y ya ponérselo única y exclusivamente para dormir (siesta y noche).

Empezamos, siguiendo consejo de la seño, el sábado 6 de julio. Y según nuestra experiencia, me atrevería a desaconsejar que se comience el periplo en un fin de semana —y menos de verano—: a pesar de que habíamos planificado un finde tranquilo para que ella se sintiera a gusto, los ritmos y rutinas se modifican inevitablemente. El sábado estuvimos en casa de unos iaios (con juegos, piscina, etc) y el domingo en el campo de los otros (más piscina, campo por explorar y tres primos con los que descontrolarse un rato). Es decir, la Duendecilla estaba pendiente de todo —lo que a ella le divertía, como es lógico—, a excepción del ínfimo detalle de que ya no llevaba pañal.

Un desastre.

La parte buena es que yo había hablado con varias mamás —estas conversaciones de tardes de parque— que me habían comentado justamente eso: los dos primeros días pensaba "esto no va", "esto es un desastre", "no está por la labor aún", pero luego muy bien... Y yo me agarraba a eso como a un clavo ardiendo.

Y no falló. El lunes la cosa cambió radicalmente y a partir de ese día sólo se le ha escapado algún pipí —más por culpa nuestra, de los mayores, que de ella— e incluso se ha levantado de las siestas con el pañal seco. Lo que nos sorprendió y mucho es que una noche nos llamó a las 3 am, pañal seco, para hacer pipí; y por la mañana, el pañal seguía seco. Lo ha pillado al vuelo, la enanita...

Lleva un mes sin pañal y estamos francamente contentos y emocionados... y aliviados, porque no queríamos que se juntara la aventura del pañal con la llegada de su hermanito. Las cacas, que es lo que más costaba (no porque se lo hiciera encima, sino porque le costaba hacerlas) están superadas ya también. Ahora habrá que empezar a plantearse el de las siestas y noches...

martes, 30 de julio de 2013

Ecografía de control semana 28 (28+2)



Hoy teníamos la ecografía de control por la SS para comprobar si la placenta seguía oclusiva o no (aunque nosotros ya sabíamos que no).

En principio, pensaba que me harían una eco para observar la placenta y medir el cérvix uterino y punto. Para casa.

Pero no.

Nos habían citado en el mismo sitio donde nos hicimos la eco 12; había una ginecóloga joven que nos ha confirmado que la placenta se ha desplazado y ya no está oclusiva ("una cosa menos para preocuparos", nos ha dicho) y que el cuello sigue largo y cerrado. Luego ha hecho una eco completa al bebé, comprobando medidas, posición (cefálica, bien!), líquido amniótico, constantes... Muy completa. Conozco mucha gente que se queja del trato en la SS (comparándolo con la privada) y también soy consciente de que la SS no funciona en todos los sitios igual; sin embargo, yo no puedo emitir ni una sola queja en ninguno de los aspectos que han estado relacionados con mis tres embarazos, ni con la atención recibida después del nacimiento. De hecho, creo que tenemos mucha suerte de poder contar con buenos profesionales, que es lo que pagamos, en realidad. 

Que me voy por los Cerros...

El peque está genial, medidas de cráneo y fémur que corresponden con las semanas que toca y el peso estimado... un poco por encima. Lo que ya sabemos, ecografía tras ecografía: que no es pequeño. Me preguntó si tenía diabetes gestacional (aaargh!! el estigma de este embarazo... jaja) y le dije que no. El Piratilla pesa unos 1300 gramos y nos dijo la ginecóloga que si fueran 1400 ya estaría bastante pasado... Que me cuidara con los helados... (¿no hay por aquí un emoticono de estos que se pega cabezazos contra la pared?). De todas formas, mirando tablas de percentiles fetales (eso que jamás se debe hacer —otro emoticono de cabezazos, por favor—), como por ejemplo, las de este enlace, veo que tampoco es exagerado el peso del Piratilla.

Por supuesto, me quedo con lo de que el bebé está bien; pero francamente, creo que me está empezando a preocupar lo del peso del nano, más que nada.... porque tiene que salir...


miércoles, 24 de julio de 2013

La diabetes gestacional y yo


Para empezar, el título debería ser "la no-diabetes gestacional y yo", porque ya os adelanto que no la padezco. Sin embargo, tengo antecedentes de diabéticos en la familia y no dejan de decirme que el nene viene grande, así que, y a pesar de que tanto mi ginecólogo H como mi médico de cabecera compartían opinión sobre lo prescindible de las pruebas de glucosa —ambos decían que alguna mano negra había por ahí detrás o que alguien se estaba haciendo muy rico vendiendo botellitas—, yo estaba bastante preocupada.

Y comenzaron mis peripecias.

Llamé a M y le comenté que no estaba convencida de hacerme la "curva larga" (me daban los siete males de pensar en beberme los 100 gramos de glucosa y me preocupaba meterle gratuitamente tal chute al páncreas, la verdad); de todos modos, tenía la glucemia basal en su sitio y en el O'Sullivan no tenía un valor demasiado elevado. Ella me respondió que le parecía bien, que tenía algunas embarazadas que preferían no pasar por la prueba y hacer directamente la dieta para la diabetes. Me ofreció, además, otra opción que consistía en medirme la glucemia pre- y postpandrial (antes y después de las comidas) durante 15 días, que eso equivaldría a la prueba para poder hacer un diagnóstico.

Como tenía la maquinita (glucómetro) en casa, empecé a hacerlo ese mismo día, anotando los resultados en una libreta. Los valores antes de las comidas debían estar por debajo de 95 y todos me salieron bien; los postpandriales no debían superar los 140 mg/dL y, bueno, aquí es donde empezó a fallar la cosa, porque sí que obtuve algún valor por encima (y curiosamente, no fue en las comidas más copiosas, que ese finde tuve un bautizo). Me entró la duda de si lo estaba haciendo bien o no y al final, después de tres o cuatro días de mediciones, decidí presentarme en el hospital el día que me habían citado para la prueba.

Esta vez fui en ayunas, me sacaron sangre y engullí la botellita con la glucosa a pequeños tragos (puaj). Se me revolvió el estómago, pero abanico en mano logré mantener todo en su sitio. La cosa cambió un poco cuando fueron a sacarme sangre por segunda vez: la sanitaria no atinaba, la sangre no salía (y digo yo: si tienen que pincharte varias veces, no es mejor coger una vía y santas pascuas?) y con tanto teje-maneje —y un pinchazo extra—, me mareé como un pato. A punto estuve de sacar la dichosa glucosa por donde había entrado, pero tras ponerme casi haciendo el pino, me repuse. Y pasé el resto de la prueba tumbada muy a gusto en una camilla... jajaja.

Ese mismo día llamé a M para decirle que finalmente, como no estaba segura de estar tomando los valores bien en casa, me había hecho la prueba. Entró al sistema y los resultados ya estaban subidos: todo bien. No tengo diabetes gestacional y puedo comer de todo " con prudencia, para estar guapa después del parto", me dijo M :D

Pues nada... Al final tanto el ginecólogo como el médico de cabecera tenían razón: una prueba que preocupa a las embarazadas, cuando en la mayor parte de los casos sale negativa.

Eco 3D/4D (26+6)


Para hacer como hicimos con la Duendecilla en su día, teníamos programada una sesión en Ecox para la semana 27 de gestación —aquella que me tocó en la charla de Prenatal. Nos hacía especial ilusión llevar a la enana a que conociera a su hermano, aunque no sabíamos cómo saldría la cosa...

Así que el sábado 20 de julio quedamos con los iaios y algún tío para ir a ver al Piratilla. Teníamos cita a las 4 de la tarde, recién comida, pensé que se vería estupendamente. Pero cuando la chica puso el ecógrafo en mi panza lo que mejor pudimos apreciar fue la columna vertebral: Eric estaba completamente de espaldas, mirando hacia mi propia columna (con razón notaba menos movimiento por ahí) y, por si fuera poco, chupaba con fruición un talón, que tenía frente a su cara. No podíamos verle la carita, así que me fui a caminar y me comí algo dulce.

Al rato volvimos y aunque seguía parcialmente girado, pudimos verle de perfil. Estaba sentado, la carita apoyada en la placenta, las manos sobre la cara a intervalos, venga a chupar... Le acariciábamos a través de la panza y el tío sonreía, pero no se movía... De modo que, aunque conseguimos verlo mejor, no pudimos verle la carita. Volveríamos otro día.

La Duendecilla lo vio, le hizo el caso justo, pero casi que estaba más pendiente de los juguetes que había por allí para "hermanos mayores" que de la pantalla. Normal, sus intereses son los que corresponden a los dos años, jaja. Aunque luego sí sabía que había visto al hermanito...

Me han dado cita para el viernes 2 de agosto, que ya no estaré de 27 semanas como con su hermana. Así que, entre que es más grandón y que estaré de casi dos semanas más, pues... Eso, se verá grande en comparación con ella. Esta vez iré sola o, quizá, con alguna amiga... Más tranquila...

Nota: la fotografía de cabecera no es del Piratilla, pero muestra bastante bien la posición que tenía xD

martes, 16 de julio de 2013

Visita a la matrona y al ginecólogo (26+2)



Hoy tocaba cita con M.

Iba un poco más nerviosa que de normal, porque me tenía que dar los resultados de la analítica del segundo trimestre y los del test de O'Sullivan, aunque no tenía razones para pensar que iba a darme algo diferente a lo esperado.

En la analítica me ha salido anemia gestacional, como era de esperar —en el embarazo de la Duendecilla empecé a tomar hierro a partir precisamente de esta analítica también—, pero lo que me ha dejado más chafada es que el O'Sullivan me ha dado positivo. O sea, me tengo que hacer la "curva larga" (sobrecarga de 100 gr. de glucosa, uffff...). Si ya se me hizo cuesta arriba engullir los 50 que eran para la "curva corta", no quiero imaginar los 100 gramos... y los cuatro pinchazos... Con filosofía.

Lo primero que he hecho, por supuesto, es leer sobre la Diabetes Gestacional (DG) sin saber siquiera si la tengo (muy mal!! — inevitable), y a mi preocupación anterior se ha sumado la de los problemas asociados a esta dolencia.

De hecho, en consulta, tras comunicarme M que tengo que hacerme la curva larga, creo que he dejado de escuchar el resto de cosas que me ha comentado... Luego, leyendo en la cartilla de embarazada he visto que empezamos ya las clases de preparación al parto, que de peso voy bien (casi mejor que fui en el primer embarazo, supongo que cosa del verano) y la tensión también estupenda.

En fin. Un positivo en el test de O'Sullivan no es positivo para diabetes, pero yo ya estoy con el run run en la cabeza...

Por la tarde, teníamos visita con H, el ginecólogo. Me ha venido genial para comentarle mi nueva "obsesión", además de comprobar cómo iba mi placenta y el crecimiento del Piratilla. H es un doctor un tanto especial; se pasa la vida de voluntario en África y tiene un punto de vista muy crítico y bastante más amplio sobre el sobrediagnóstico al que parece que estamos sometidas las embarazadas aquí. De hecho, en cuanto le he comentado lo del O'Sullivan, ha despotricado de lo lindo sobre el tema. Es un médico intuitivo (imagino que allá donde va no dispone de tropecientas botellitas de glucosa para hacer el test por protocolo a todas las embarazadas) y se basa en los síntomas propios de la diabetes para decidir si se hace la prueba o no. Es decir, se hace cuando se sospecha. El caso es que me ha dicho que lo más probable es que me dé negativa la "curva larga" y que, en todo caso, el resultado sería el mismo. Básicamente, que no me preocupara y que si no quería, que no me la hiciera.

Luego hemos visto al nano. Está sentado —el bulto que noto a la derecha, bajo mis costillas, es la cabeza, como sospechaba—, todo correcto y... gordito, jajaja. Parece que viene grande... No me ha dicho peso aproximado, aunque cotilleando luego la eco que me ha dado, ponía unos 1100 gramos. Y una cosa importante: mi placenta ya no es oclusiva.

Nos hemos vuelto a casa más tranquilos..., bueno, en concreto, yo, Papá Duende trivializa más...


jueves, 4 de julio de 2013

Guía sobre la Atención al Parto Normal (Ministerio de Sanidad)




Siempre he pensado que estar informada es la mejor opción, tomo parte activa para que forme parte de mi realidad y la defiendo. Por eso, tanto en el embarazo anterior como en este (y en otros múltiples aspectos de mi vida), busco información, leo y releo, veo vídeos, intento asistir a charlas, pregunto a matrona y ginecólogo... 

Tengo que reconocer que, en mi caso, parte puede deberse a la curiosidad científico-vocacional, pero aun así, creo firmemente que la información es poder, que otorga tranquilidad (de saber qué es a lo que te enfrentas). 

Repasando un par de noticias de la hemeroteca de un periódico bastante conocido en España, me topé con un par de descargables sobre la Atención al Parto Normal en España (ambos del Ministerio de Sanidad Español). Uno iba dirigido a profesionales y el otro, a los padres. Me pareció cuanto menos curioso que éste último no esté rulando por ahí, en las salas de espera de las maternidades, las consultas de matronas y ginecólogos, en cualquier lugar donde los futuros padres, los que pronto van a pasar por un parto en nuestro país, tengan acceso a él. Que yo recuerde, ni siquiera se hace referencia a esta guía en la cartilla de maternidad. 

Se supone que es un documento oficial sobre la atención al parto en nuestro país y la mayoría de embarazadas no tenemos ni idea de que existe. 

Pues bien, existe. Y lo podéis descargar y/o leer on line haciendo clic aquí.

La guía define de forma concisa y clara lo que se considera un parto normal y sus fases; comenta los cuidados necesarios o favorables, algunas prácticas que se realizan por protocolo en nuestros centros (aunque según su importancia, aclara que la mujer puede elegir otra opción), etc. Es una guía elaborada por profesionales sanitarios y revisada por mujeres embarazadas y madres recientes, y me parece interesante su lectura para saber cuáles son las recomendaciones oficiales y conocer un poco el proceso con el cual nos vamos a encontrar. 

P.S. Como leo un montón de cosas que me gusta "guardar", he decidido crear una especie de archivo con los artículos que me parecen interesantes, para no perderles la pista. Aparecen en forma de pestañas en la parte de arriba del blog.

miércoles, 3 de julio de 2013

Test de O'Sullivan o "prueba del azúcar" (24+3)

Hoy tocaba hacerse el test de O'Sullivan o "prueba del azúcar" para detectar una posible diabetes gestacional

Esta prueba consiste en una sobrecarga de glucosa en condiciones normales para ver cómo tu cuerpo se las arregla para metabolizarla. Resulta que la función placentaria puede interferir en mayor o menor medida en la función de la insulina, provocando una hiperglucemia. Si esto ocurre, pueden darse consecuencias una como macrosomía fetal, entre otras cosas. Así que sobre las 24 semanitas de gestación, todas las preñis pasamos por la prueba (y alguna, antes!).



El mejunje que te dan estaba tan malo como recordaba (y es que a mí no me sienta muy bien el azúcar en los embarazos, vaya usté a saber por qué). El "frasquito" es una botella de 200 ml (ná menos) que contiene 50 gramos de glucosa —que se dice pronto y los hay de sabor naranja o limón, que yo sepa. Y a mí las dos veces me ha tocado de naranja, aunque como si quieren ponerle sabor a melón: puaj. Eso sí, entra mejor fresquito y M "nos deja" desayunar antes, así que todo eso ayuda a mantener en el cuerpo el dichoso potingue durante la hora que tienes que estar en reposo esperando a que te extraigan sangre. No se me ha hecho largo, aunque ha habido ratos que estaba bastante revuelta. ¡Pero conseguido!

De paso, y menos mal que aprovechan, me han sacado la sangre para la analítica del segundo trimestre. Ahora a esperar resultados y a rezar a los Siete Dioses de Invernalia para que no dé positivo el O'Sullivan...

miércoles, 19 de junio de 2013

Cosas (in)necesarias para el bebé [I]


Estaba mirando la lista de bebé o canastilla que hemos puesto y soy consciente de la cantidad de caprichos.

Recuerdo que cuando iba a tener a la Duendecilla no tenía ni repajolera idea de lo que iba a necesitar  —de lo que realmente iba a necesitar, se entiende—, y la lista en aquel caso fue enorme por esa razón, y también porque no teníamos nada relacionado con bebés por casa. Ahora, con el Piratilla, jugamos con ventaja, porque hay muchas cosas que va a heredar de su hermana y porque una ya está más curtida en estas lides y sabe un poco qué es lo que se utiliza y qué es lo que no. Aunque esto también va en gustos —y no sólo de los papás, los bebés también eligen a veces qué es lo que les encanta y qué no soportan—.

Para que nadie se agobie demasiado, voy a empezar diciendo que un recién nacido necesita bien poco (mucho mucho menos de lo que nos venden): una teta, algo de ropa y pañales, unos brazos, un portabebés...

  • La ropa depende de la época del año, pero un gorrito (a la Duendecilla se lo pusieron en el mismo hospital), body y algo cómodo (saquito, pelele, camisetita y polaina...) para el hospital (en nuestro caso también se lo pusieron en allí). Además, algo para envolverlo (toquilla, mantita...). Para casa, lo mismo. Aconsejable tener varios bodies por mucho que os digan que no vale la pena porque se les quedan pequeños enseguida: es cierto, pero al principio las cacas son muy líquidas y tienden a salirse casi cada vez.
  • Los pañales también nos los proporcionaron en el hospital durante la estancia; luego, en casa, conviene tener bastantes: se cambia el pañal unas diez veces al día, al principio.
  • Un portabebés, y me refiero a un sistema de retención infantil para automóviles si vamos a volvernos del hospital en coche. Es básico porque está prohibido llevar a un bebé en el coche sin él, así que... Si vais a volver caminando, un carro, un portabebé (fular,...) o los mismos brazos.

Una vez en casa tampoco te agobies si no tienes las dos mil cosas que pediste. 

  • Para el aseo: Pañales, una jofaina pequeña y una esponja para el culete, gasitas estériles (y alcohol de 70º para los puristas) para el ombliguito. Si no tenéis la bañera a tiempo, tampoco os asustéis: un recién nacido no suda, no se ensucia por el suelo... es decir, no es necesario bañarlo cada día desde que nace. Un peine o, mejor, un cepillito suave y colonia sin alcohol (que aun así, yo sólo le echaba en la ropa).
  • Para dormir: con respecto a la minicuna, te encuentras opiniones de todos los colores por ahí. Yo la veo práctica en cuanto a que la puedes ir moviendo por la casa y que el bebé está más recogido (al principio es lo que quiere); sin embargo, es un gasto tremendo —las hay carísimas— y en nuestro caso concreto, no la utilizó más de tres meses, porque nos metimos verano y hacía calor. Eso sí, en  nuestro caso también, fue prestada y nos vino bien. Sin embargo, tampoco hay que agobiarse si se presenta el parto y no tenemos la minicuna en casa, puede dormir con vosotros mientras llega (y más allá, si es vuestra elección). 
  • Para comer: si vais a dar pecho, poco más que alguna gasa para limpiar la leche que se escape de  la boquita. Discos de lactancia para vosotras. Y yo me voy a asegurar de tener listo el extractor de leche esta vez para los días fuertes de la subida; en el nacimiento de la Duendecilla yo era de la idea de que si iba a darle pecho, no me haría falta en principio. Sin embargo, me tuvieron que conseguir uno de urgencia para aliviarme las primeras horas. Si, además, vais a guardar leche extraída, viene bien tener bolsitas o recipientes estériles y un esterilizador (para el extractor de leche). Si vais a dar leche maternizada (de fórmula), biberones, leche 1, limpia biberones.
  • Para pasear: un carro con capazo o un portabebés ergonómico de los que se pueden utilizar desde el nacimiento. 
Y vuelvo al inicio del post: la de cosas por capricho que cogí con la enana y más capricho aún con éste... Pero los caprichos también hacen ilusión... Y con ello seguiré en otro post.

¿Se os ocurre algo más que sea básico y se me haya pasado? ¿O hay algo que encontréis que sobra?

viernes, 14 de junio de 2013

Visita a la matrona (21+3)



Este miércoles pasado (12 de junio) volví a tener visita con M. Majísima, como siempre, me dijo que me veía muy bien. Llevamos 4 kilos justos en 21 semanas de embarazo. Ella opina que voy bien, pero yo sé que a partir de ahora esto se dispara y sube como la espuma, así que a ver cómo acabamos. Me realizó toda la exploración mientras yo le consultaba cosillas, como que las dos últimas noches había tenido contracciones indoloras que me mosqueaban. Me huele un poco al útero irritable que tuve con la Duendecilla, aunque aquello fue en la semana 32. M me dijo que si se me pasaban tumbándome del lado izquierdo y bebiendo mucha agua, que no le preocupaba, aunque es pronto para tener las de Braxton Hicks. Me recomendó que no me manoseara mucho la panxa.

Me hizo gracia cuando le enseñé la eco de la carita del Piratilla que me dieron el lunes y soltó un "Es un niñoooooo!"  (jajajaja). No sé, yo no le veo particularmente cara de nene (será porque siempre digo que los bebés muy chiquitines me parecen todos bastante iguales), pero no es la primera que lo dice.

Con M tenemos una relación especial, porque es un amor de persona y no puedes evitar terminar apreciándola (dicho suavemente; lo cierto es que la quieres!!). M es de esas matronas de las de verdad, y soy consciente de la suerte que tengo de que me haya tocado ella.

Salí de allí cargada de citas: analíticas del segundo trimestre, test de O'Sullivan ("la prueba del azúcar"), cita con obstetricia para valoración de placenta en la semana 28 y nueva cita con ella. Menos mal que llevo un embarazo normal, si no, me paso los días de médicos!

El recuerdo que tengo de la prueba del azúcar del embarazo de la Duendecilla es que fue ya bastante adelante, así que debo de estar avanzada, aunque yo no siento el tiempo pasar...  xD

jueves, 13 de junio de 2013

Ecografía morfológica de las 20 semanas



El lunes pasado (10 de junio) tuvimos la ecografía morfológica de las 20 semanas. Es una ecografía de alta definición en la que miran al feto órgano por órgano y con la que se descartan el 75% de las malformaciones fetales graves. Sin duda, la más importante del embarazo. Por eso estaba yo bastante nerviosa y creo que el Piratilla lo notaba, porque el fin de semana estuvo bastante más tranquilo.

Se dejó ver bastante bien, es una ecografía de por sí larga, pero nosotros estuvimos menos tiempo. El nano está perfecto y nosotros felices por ello. Nos enseñó los cinco dedos de cada mano, los dos riñones, las cuatro cavidades del corazón, todas las arterias y venas que el ginecólogo quiso mirar, vesícula biliar... y, de nuevo, sus partes varoniles. 

El médico iba haciendo "fotos" de cada cosa y me habría venido bien que me diera ésta última, como prueba para los escépticos que todavía tienen la esperanza de que sea una nena (y yo me considero escéptica, más que nada porque todo el mundo puede equivocarse, pero conforme van pasando ecografías me doy cuenta de que en aquella de las 12 semanas se veía perfectamente, aunque quise mantener la mente abierta a posibilidades). Sin embargo, sí nos dio una foto en 3D de la carita y se nos cayó la baba... 

Qué bien formadito está ya, a pesar de lo diminuto que es. Bueno, diminuto en valores absolutos, porque al parecer tiene buen tamaño (ya lo aprecié yo en esos mofletes que su hermana, a su edad gestacional, no tenía tan... gorditos; también en la ecografía que nos hicimos a las 17 semanas vi que ya tenía las costillitas bien cubiertas de grasita, jaja). En definitiva: según datos oficiales, estaba de 20+5 y según ecografía, la edad gestacional corresponde a una semana más (21+4). Visto lo que llevo viendo en todo el embarazo, creo que a partir de ahora voy a contar con la fecha según mis ciclos (según los cuales, ese día estaba de 21+1, ni pa' ti, ni pa' mí) y consideraré que el nene pues no está mal de tamaño.

También me dijo el ginecólogo que tengo ahora mismo placenta previa posterior derecha. Tener la placenta previa significa que tapona en menor o mayor medida el canal de parto, con lo cual, un parto vaginal no sería viable en caso de que llegara a cumplir y la placenta continuara en esa posición. El mayor riesgo, no obstante, es exponerte a un parto prematuro. Sin embargo, el médico le restó importancia, argumentando que ese tipo de placenta, si no ha dado problemas antes (que no los ha dado), no se diagnostica hasta, como mínimo, la semana 28 y que el cuello no está borrado en absoluto. Así que en la semana 28 me valoran de nuevo la placenta (eco extra).

Por todo lo demás, estando el peque bien, yo estoy bien :D 

Ya hemos pasado el ecuador, ahora... la cuenta atrás...

jueves, 6 de junio de 2013

20 semanas y media

Hola Piratilla...

Te estás moviendo ahí, dentro de mi panxeta, como un loco. Y me he puesto a cantarte y te has quedado quieeeeeeto... Luego me pedirás que te cante para dormir, como tu hermana...

Siento las patadas de un hueso de la cadera al otro, lo que me da una idea del tamaño que tienes (imagino que estás con piernas y brazos).Y yo preocupada hace unas semanas porque te movías poco... Los libros dicen que mides unos 25 cm desde la coronilla a los pies (del tamaño de un calabacín —jejeje—, según la app del móvil) y que ya puedes oírme. Te hablo desde que sé que estás ahí dentro, pero ahora que sé que me oyes, te contaré más cositas y te cantaré.

La tata también te habla mucho (y te hace cosquillitas!!). Ayer cogió una nave espacial de juguete que tiene y la puso encima de mi ombligo, "para que juegue el hermanito", dijo, jajaja... Tengo ganas de veros juntitos...

Llevamos ya la mitad del camino hecho, viente semanitas juntos. Tu madre luce una panxa que pa' qué, jajaja; pero te estás haciendo hueco por ahí dentro y eso es bueno. Menudo veranito me espera... También hemos empezado a hacerte hueco en casa para poner tus cositas. De momento no tienes mucho: te he comprado un par de bodies y un trajecito, y también lo que venía en las canastillas que nos han dado por ahí, pero en realidad tienes bastante, porque hay muchas cosas de la tata que están nuevas... (y qué ilusión me hace sacarlas de nuevo!!).

El lunes vamos a verte. Es la ecografía más importante del embarazo: la morfológica de alta resolución, donde van a mirarte órgano por órgano y tu padre y yo vamos a sudar la gota gorda hasta que nos digan que todo está normal (aprendí a apreciar la palabra "normal" en el embarazo de tu hermana). Qué ganas de que pasen estos días para verte otra vez... Nos conformaremos con las pataditas, que me encantan.

Tengo intención de escribirte cómo van las cosas cada semana, a ver si cumplo!! Jejeje...

Bueno, nano, te dejo... Por cierto, tienes nombre desde hace una semana... Eric... We love Eric...


martes, 4 de junio de 2013

Charla de Ecox en Prenatal... Premio!

Este parece un post propagandístico a priori, por los dos nombres comerciales que aparecen en el título, pero nada que ver, al menos intencionalmente.

Resulta que volví a hacerme la Prenatal Card porque la que me hice cuando el embarazo de la Duendecilla la había perdido. Me informaron de muchas cosas, entre ellas, las próximas charlas y foros que se harían en la tienda.

La de Ecox me llamó la atención porque, aunque no me tocara la sesión de ecografía que se sorteaba entre las asistentes —nunca me toca nada—, era probable que repartieran descuentos o algo similar. Me apunté y era este sábado pasado, que estaba yo de 19+3 (19+6 EGC). La verdad, el papá curraba todo el santo día y yo acusaba una desgana... desproporcionada. Estuve pensando hasta el último minuto dudando en si coger el coche hasta la tienda de Prenatal, con todo el calor, yo sola... igual para nada... (la charla no me interesaba mucho).

Poco me imaginaba lo productiva que iba a ser la excursión.

Seríamos entre diez y quince embarazadas y la chica nos explicó la presentación que había preparado, titulada "¿Qué pasa antes de nacer?". Pero lo realmente interesante para nosotras (además de un documental de Eduard Punset que pienso buscar para verlo) empezó luego: repartió un vale por cinco minutos gratis para conocer a nuestro bebé y después nos comunicó que se había llevado un ecógrafo portátil y tuvo la insensatez de preguntar que si alguna queríamos probarlo. Nos podéis imaginar a todas con la mano en alto, jajaja.



Así que desde las 13 horas, que terminó la charla, hasta bien pasadas las 15h. estuvimos allí, viendo a nuestros bebés en pantalla. Mientras tanto, se hizo el sorteo. La mamá que de más tiempo estaba, sacó el papelito ganador y leyeron...

...mi nombre!!


Nos ha tocado una sesión de ecografía 3D/4D!! Así que la que teníamos pensado hacernos sobre la semana 26-28 nos sale gratis. "Este niño viene con una eco bajo el brazo" fue la broma del día, jajaja. Y no en vano es un exhibicionista, porque fui la última en hacerme esos cinco minutos de ecografía allí, en la tienda, pero el  Piratilla se dejó ver de lo lindo, despierto, moviéndose sin parar... y espatarrao' completamente. Vamos, que, después de lo que vi este sábado pasado, sería muuuuuuuuuuy raro que en octubre naciera una niña.


Confirmada de nuevo la pistolilla (tres de tres) y con el subidón de haberlo visto tan feliz ahí dentro, me decidí a comprarle algo de ropita (y no es la primera, jejeje).


Así que si os interesa la ecografía 3D/4D, no dejéis pasar este tipo de charlas, porque nunca se sabe lo que os podéis traer bajo el brazo...

Besotes!

lunes, 27 de mayo de 2013

El síndrome del nido... o cómo volverte loca con la casa.



Dice la Wikipedia que se conoce como Síndrome del nido...


"...a un tipo de conducta que se produce con frecuencia en las mujeres embarazadas consistente en incrementar el tiempo dedicado al orden y limpieza de la casa, a poner en orden las estancias, lavar las ropas, etc. Este tipo de conducta se da principalmente en el tercer trimestre del embarazo, es decir en fechas que se acercan a término. Algunos expertos plantean como hipótesis para explicar esta conducta que es una forma de afrontar la ansiedad ante la llegada del nuevo bebé, o como deseo de controlar la nueva situación. En todo caso esta actividad provoca sensación de tranquilidad y confianza a la futura madre."

 Mi recuerdo del embarazo anterior con respecto al síndrome del nido es.... nulo. Es decir, sabía lo que era, escuchaba a mis amigas y, sobretodo, a las mamás abrileras hablar de él, de todo lo que estaban haciendo en casa y la necesidad que les instigaba a ello, pero yo... estaba tan campante. Vaga a tope, vamos. Y más en el tercer trimestre. Quizá porque fui haciendo las cosas muy poco a poco durante el embarazo y nunca sentí una necesidad acuciante de ponerme a limpiar/ordenar/pintar. 

Pero ahora me ha entrado fuerte. Hombre, fuerte, fuerte no sé, pero comparado con mis ganas habituales en cuanto a los temas de limpieza doméstica y organización del hogar... diría que exagerado. El otro día Papá Duende se agobió cuando le mostré una lista donde había palabros como "limpiar pared de la cocina" y "ordenar zapatero". Lo que no sabe es que en mi cabeza hay más cosas: lavar cortinas (¿por qué diantre nos da por lavar las cortinas cuando va a llegar un nuevo bebé a casa? Ni que fuéramos a envolverlo con ellas... ¬ ¬), pasar aspirador por rincones imposibles, cambiar pintura de la entrada por papel pintado (?¿?¿... Seee, muy necesario para el nuevo inquilino del hogar también). En fin, resignación... la que tienen que tener con nosotras.

Yo no estoy ni mucho menos en el tercer trimestre, como dicen en la Wiki, pero me veo el verano por delante, y me entra la flojera: en agosto quiero estar tumbada en una hamaca cuando no esté a remojo o chapoteando en el agua... Ya veremos con la Duendecilla de dos años si eso no se queda en un mero... "Sueño de una noche de verano". 

Tampoco sé si es una forma de controlar la ansiedad por el nuevo miembro de la familia. Lo que sé cierto es que, en cuanto nazca, vienen unos meses que no voy a estar para nada más que lo necesario, que ya me ocupará 27 horas al día, por tanto lo que llevemos adelantado... eso que llevamos.

De momento, ya tenemos finiquitada la "operación muebles de aseo", que nos ha mantenido felizmente ocupados durante todo este fin de semana pasado, y en breve comenzaremos con la "operación toldo". No digo más. 

Os deseo a tod@s que seáis felices con el desorden... Es lo mejor (y más si esperáis/tenéis duendecillos por casa).

La prueba del delito


miércoles, 22 de mayo de 2013

Ecografía emocional 3D/4D (17 semanas)


(Vídeo de un feto de 18 semanas de 
gestación disponible en la web de Ecox).


En realidad, estaba de 16+3, oficialmente; de 16+6 según ciclo y ecografías del primer trimestre. El sábado (11 de mayo) fuimos a hacernos una ecografía emocional. Solos el papá y yo. Y el Piratilla. Porque sí, se ha vuelto a ver "algo" entre las piernas, algo que la Duendecilla, de las mismas semanas, no tenía.

Estuvimos pensando en si debíamos llevarla o no. Al final decidimos que no, que se vendría a la de las 27 semanas, porque, sinceramente, en este tiempo de embarazo nuestros bebés parecen aliens. Aliens preciosos, que nos hacen llorar, porque son nuestros, pero aliens al fin y al cabo. Y yo no quería que la Duendecilla pensara que va a tener un alien por hermano. Ni siquiera sabía si sería capaz de verlo (a mí me costó ver ciertas cosas... jaja).

Me emocioné como la primera vez. No como la primera vez que vi a este bebé, sino como la primera vez que vi a uno de mis bebés... Me sigue asombrando: ponen el aparatejo ahí, encima de tu barriga, y en la pantalla sale un crío que se supone está dentro de ti. Lo que más me impresionó esta vez fue que iba con la idea preconcebida de que esta ecografía no se diferenciaría mucho de la que me hice con la Duendecilla a la misma edad gestacional (a parte de lo obvio, claro), al fin y al cabo, todavía no tienen prácticamente grasa corporal y sus facciones no están del todo definidas; pero en absoluto. El Piratilla es "más grande", el cráneo me pareció mucho más robusto que el de su hermana y no digo nada del torso y los brazos: aquella mostraba un costillar con el cual se habría podido tocar el arpa, mientras que éste ya lo tenía bien escondidito bajo la grasa.

En fin, que los segundos vienen pisando fuerte (y esto, ya me lo habían avisado).

Un nene. La parejita.

No voy a negar que estoy encantada...

jueves, 9 de mayo de 2013

Comer por dos (16+1)


"Bueno, seguro que no te lo comes todo", me he dicho mientras lo sopesaba. Normalmente son de atún con tomate, pero esta vez era de tortilla de patatas y, claro, pesaba un huevo... y unas patatas.

Ni una migaja, oigan.

Cada día me traigo una baguettina para almorzar y siempre me propongo dejarme un piquito, por aquello de no jalármela entera (mentira, con las de atún, ni siquiera me lo planteo: para adentro sin contemplaciones), pero vamos, que ha caído sin pena ni gloria, enterita.

Y claro, luego vienen las chaquetas que no abrochan.

Este embarazo va a ser de órdago. Se acabaron las náuseas del primer trimestre y lo que ha quedado es un hambre voraz, sobretodo por las mañanas. Y si fuera la primera vez, iría de novata y pensaría aquello de "será durante el embarazo, que estoy formando una personita"; a la afirmación no le falta razón, pero también sé que no hace falta comer por dos durante el embarazo. Lo que me tiene aterrada es que cuando sí parece que hace falta comer por dos (o tres) es durante la lactancia, así que no sé qué haré —quizá ponerme una vía en vena con bocadillos variados—. Recuerdo haber tenido más hambre en el embarazo de la Duendecilla, pero recuerdo incluso perder levemente el control cuando era una madre lactante. Era de locos, afortunadamente la leche me sienta bien y lo solucionaba todo con vasos de leche, que eran rápidos de preparar e ingerir y que me daban un chute de alimento y energía (dos cucharadas de azúcar y una de Nesquick) necesarios para seguir con los ritmos que te marca un recién nacido.

Ayer fui a la matrona y he cogido no llega a tres kilos en lo que llevo de embarazo. En principio solté el "ufff...", pero pensándolo fríamente y mirando la baguettina de tortilla de patatas que me acabo de calzar... no está mal... Estamos a punto de empezar con los helados... jum!... Qué miedito...

Pero ya sabéis lo que pienso: estoy embarazada y la veda está abierta. No más de lo que el cuerpo te pide, pero lo que te pide el cuerpo.... Enjoy!



sábado, 13 de abril de 2013

Primer trimestre (12+3)




Ya estoy mirando de nuevo vídeos y fotos en 3-4D de bebés dentro de la barriga de mamá. Porque estoy embarazada de nuevo y, si os digo la verdad, no pensé que con este embarazo —eso de no ser el primero— me fuera a emocionar tanto. No por nada, creía mi curiosidad saciada, creía haberlo vivido con tanta intensidad que podía permitirme un poco de holgura esta vez. Pero es imposible. El milagro de la vida me traspasa de nuevo, erizándome y emocionándome. Los niños son niños, los vives mucho tiempo, los tuyos, los de otros, y es maravilloso. Pero llevar vida dentro... es especial...

Papá Duende y yo obtuvimos el positivo un domingo, tres días antes de mi falta (o debería decir, el mismo día, según mis últimos ciclos). La sonrisa en la cara, los pies en la Tierra. Los dos sabemos que un positivo no significa necesariamente que dentro de nueve meses seremos papás.

El primer trimestre ha pasado lento... pero rápido. La lentitud viene de la mano de la incertidumbre, de la ansiedad. También de las náuseas y del cansancio. La rapidez viene de la mano de la Duendecilla, que me ha mantenido ocupada y entretenida, mente y cuerpo. En principio pensé que esta vez no habría náuseas —ilusa de mí, recordaba que en el embarazo anterior las tuve casi desde el principio y en este... pues también, casi, desde la semana seis. Y han sido peores... quizá porque habían de serlo, quizá porque el cansancio las acusa y... lo dicho: con la enana, no he parado mucho a descansar.

Y hablando de.

Mamá Duende es un lirón. Lo es de siempre (mis padres estarían en desacuerdo si hablamos de mis primeros meses de vida) y lo fue embarazada. ¿Eso de "no puedo dormir por la incomodidad de la barriga" o "porque tengo que levantarme mil veces al baño y me desvelo"? Yo no sé lo que es. Rectifico: no lo he sabido hasta ahora. Tampoco es que me levante al baño. Pero esta vez sí que no puedo evitar los desvelos y el insomnio. Y no sé por qué. Y me revienta... literal y metafóricamente hablando.

Pocos síntomas más, aparte de mi amor repentino e incondicional por el Caribán y el corrector de ojeras.

La primera vez que tuve cita con la matrona estaba de unas seis semanas. Me emocionaba el simple hecho de volver a esa consulta y estaba especialmente contenta cuando volví a ver a M. ¡Qué cantidad de recuerdos! Una de las personas que más me enseñó sobre cómo vivir un embarazo y cómo afrontar un parto. Alguien a quien acabas queriendo, irremediablemente. Se alegró al verme allí de nuevo también. Hicimos la rutina, me abrió nueva cartilla de embarazo e iniciamos todo el papeleo para analíticas, cribados, etc. Me apunté a un estudio clínico sobre (no os durmáis mientras leéis el título) "estrés oxidativo sistémico e hiperlipidemia en el primer trimestre de gestación y su asociación con el parto pretérmino y la preeclampsia", lo que me supuso dos tubitos más —siete en total— de sangre en la extracción para el análisis.

En la semana siete acudimos a hacernos una ecografía. No recuerdo haber estado tan nerviosa en mucho tiempo —casi reviento el tensiómetro, antes y después de la eco; vamos, que no hubo forma humana de tomarme la tensión—; el ginecólogo, H, super majo. Íbamos recomendados, pues había atendido el parto de una amiga y su forma de ver las cosas nos gustaba. Nos tranquilizó muchísimo. En cuanto a riesgos. A probabilidades. Y nos enseñó por primera vez a nuestro renacuajo, ahí, unos pocos milímetros de mancha clara sobre fondo negro que latían a mil por hora. Hay que ver lo que hace una ecografía. La magia se despliega...

M volvió a verme estando de once semanas. Yo llevaba rumiándolo en casa unos cuantos días antes de acudir, pero fue ella quien me lo ofreció. "Si quieres intento escuchar al bebé, pero bajo tu promesa de que no te vas a asustar si no lo conseguimos, que es muy pequeño". Accedí y... efectivamente, no lo conseguimos. La placenta, que estaba fija en un sitio, fue localizada, pero el bebé... hubo un par de ocasiones en que le pareció escucharlo —"¿A que aún escuchamos al hijo de su madre?", decía—, aunque no fue posible "cogerlo".

En serio, y me repito, pensaba que esta vez estaba más de vuelta de todo. Que en las ecografías sabía qué esperar y que no me sorprendería o alteraría en absoluto. ¿Estás faba o qué? (como decimos por aquí). Los lagrimones que me caían en la eco de las doce semanas me dejaban por mentirosa y cabeza hueca. La ginecóloga fue tan amable de dejarnos verl@ antes de ponerse a hacer las mediciones y ahí estaba, saludando. El valor de la traslucencia nucal dio un valor normal y, aunque hubo de moverlo y esperar porque tenía las manitas en la cara, también había presencia de hueso nasal. El cristiano, todo estupendo. Y ella bastante convencida de que vamos a tener un nene... No me gusta que lo digan tan pronto, con tanto margen de error, porque quieras o no, ahora veo en azul...

Primer trimestre superado. Qué rápido, esta vez...

miércoles, 3 de abril de 2013

Tal día como hoy, hace dos años...


Hace dos años, tal día como hoy era domingo. Mi chico y yo habíamos decidido pasarlo tranquilo en casa, nada de reuniones familiares, ni con amigos, pensando en el poco tiempo que nos quedaba de hacer algo así: comer solos, dormir una buena siesta.

Quería descansar. Mi barriga de treinta y siete semanas y media pesaba ya bastante y todo el mundo me recomendaba que durmiera todo lo que pudiera ahora. Quedaban unas tres semanas para salir de cuentas, pero viendo que las mamás primerizas de las clases de preparación al parto estaban dando a luz bien cumplidas, pues... pensé que nos meteríamos en mayo.

Dormí una siesta de estas de... —ejem—,  unas tres horitas. A las seis de la tarde me desperté y holgazaneé un poco más en el sofá. Cuando me incorporé tuve la sensación de líquido bajando entre mis piernas. Había pasado ya un sustillo no hacía ni cinco semanas y pensé que sería lo mismo, así que me encontraba tranquila.

Pero aquello, a diferencia de la vez anterior, no paraba.

Más que ponernos nerviosos, Papá Duende y yo empezamos a inquietarnos, pero con bromas de por medio. Recuerdo haberme metido al foro y preguntar al Consejo de Sabias (las mamás de abril de 2011); el gallinero se revolucionó como cada vez que alguna entrábamos y contábamos algo del estilo. "Vete a urgencias! Si es lo mismo que la otra vez, para casa, pero... quién sabe?".

No me encontraba mal. Sobre las ocho de la tarde, empezaron unos leves dolores como de regla, cada 20 minutos, nada menos. Cenamos. Terminé de meter cosas en las bolsas, la mía, la de la Duendecilla. Toda aquella ropita tan minúscula... Qué emoción, ¿y si esta vez sí que era? Eran casi las once de la noche cuando llegamos.

Bolsa rota. No estoy de parto.

Me ingresan en planta, si no me he puesto de parto por la mañana, me lo inducirán. No me gusta ir contrarreloj. Y esa palabra, inducción, me causa inseguridad. Pero está de guardia Fabio, un matrón que se lee mi Plan de Parto, que comparte nuestra forma de ver las cosas. "¿Te has traído la homeopatía?", "Súbete la pelota y a hacer ejercicios. Dentro de un par de horas estás aquí bajo de parto".

Confianza. Seguridad. 

Tú puedes.

En la habitación había una chica que acababa de ser mamá. Menos mal que el peque la mantenía despierta, sino, habríamos sido nosotros quienes lo hubiésemos hecho. Aunque nos pasamos muuuuchas horas por los pasillos. Bailando con las caderas, movimientos rotacionales, pelota... Todo lo que aprendimos en preparación al  parto. Las contracciones van subiendo de intensidad y acortándose. A las cinco de la mañana, estoy rendida y tengo contracciones cada cuatro minutos, más o menos. Pienso en acostarme un rato y reponer fuerzas, porque pronto voy a tener que afrontar un parto y me puede el cansancio. 

A las siete de la mañana decidimos decirle a la matrona de planta que tengo contracciones cada cuatro minutos desde hace ya horas. Nos bajan a urgencias, me reconocen. Estoy de cuatro centímetros.

Sólo.

Me cae el alma a los pies... Fabio me dice que tengo buenas contracciones, pero el cuello del útero está muy tenso y no termina de dilatar como debe. Me aconseja pincharme algo en la vía para ayudar, me lo consulta. Confío en él. Le damos el OK. A esas alturas ya estoy monitorizada, pero sigo de pie o encima de la pelota. Papá Duende aprendió muy bien las técnicas para aliviar las contracciones y yo le aviso cada vez que viene una para que me ayude. La ginecóloga quiere ponerle un electrodo en la cabeza al bebé, pero Fabio "la para". Me aconseja que esté sobre la pelota mejor, porque los médicos quieren pinchar al bebé y él piensa que no hace falta, que sólo se pierde un poco la señal cuando cambio de postura para aliviar el dolor de la contracción, pero que luego vuelve a cogerse perfectamente.

Sobre las diez de la mañana avisamos en casa de dónde estamos. Yo prácticamente no me entero de nada que no tenga que ver con el parto. Excepto cuando se presenta en la sala de dilatación la nueva matrona (cambio de turno), una sargenta que entra en tromba en mi espacio tranquilo, no se presenta siquiera y se pone a hablar con la matrona residente en voz baja señalando aquí y allá en mi historial. Sólo oigo palabras sueltas, una de ellas, oxitocina.

What?

"Perdone", le dice mi chico, "¿usted quién es?". Ella responde que es Mercedes. Le comentamos que Fabio acababa de decir que no era necesaria la oxitocina porque tenía contracciones fuertes y regulares, a lo que ella responde que "ahora la matrona es ella". Ahora mismo me entran ganas de soltarle un par de guantazos, pero en aquel entonces me entraron ganas de llorar. "Aquí se complica el parto", pensé.

Al poco, antes de que tuvieran ocasión de pinchar nada en la vía, aparece Fabio —ya vestido de calle— acompañado de una mujer mayor, rubia, delgada y de cara afable. Hablan entre ellos, y las palabras "Mercedes" y "Plan de Parto" se escapan de la conversación, y luego Fabio se dirige a nosotros: "Esta es Gracia y va a ser vuestra matrona ahora". Gracia se lee nuestro Plan de Parto junto con la misma matrona residente de antes, me reconocen. La cosa va lenta, a pesar de lo que me ha puesto Fabio. Entonces Gracia me comenta que ella me recomienda ponerme algo más fuerte que ayude al cuello uterino a relajarse. La epidural o una mezcla con Valium. "El Valium te relajaría entre contracciones". Yo entre contracciones me encontraba estupendamente y sabía que el Valium iba a "atontarme", como poco. "Yo te aconsejaría la epidural, pero en tu Plan de Parto has puesto que prefieres no ponértela...". Sí, pero también había firmado el consentimiento por si era necesaria. Y si alguien como Gracia me la recomendaba, no era en vano. Me causaba pavor la cánula en mi columna vertebral, pero... adelante.

El momento del pinchazo fue el único en que hicieron salir a mi chico de la habitación. Epidural en vena, me hicieron tumbarme en la camilla, naturalmente. Me relajé durante unas dos horas, que me vinieron estupendamente para descansar. Sentía las contracciones como una sensación sorda. Pero al cabo de esas dos horas comenzaron a ser fortísimas de nuevo. Llamamos a la matrona para pedirle que, por favor, aumentara la perfusión de droga. Me dijo que estaba al máximo. "Pues me duele muchísimo". "A ver si vas a estar completa ya", me dice Gracia. Me reconocen ambas, ella y la matrona residente. Con una sonrisa me confirman que, efectivamente, estoy completa y la enana asomando. Animan al padre a asomarse para verla.

En ese momento empieza la etapa más dolorosa y más emocionante y emotiva del parto. Papá Duende está viendo por primera vez a la Duendecilla. Emocionado, me dice que tiene mucho pelo y es oscuro. Todo esto me hace venirme arriba. Ya sin epidural, las contracciones son brutales, muy bestias... Haces y dices cosas que, en estado normal, jamás imaginarías que harías o dirías. Las matronas me animan muchísimo; me piden que empuje con cada contracción, pero me cuesta horrores —eso de que con las contracciones te entran ganas de empujar conmigo no fue cierto—, así que me dicen que, de acuerdo, una contracción empujo, en la siguiente descanso. Mi chico va viendo cómo va asomando cada vez más la cabecita y me lo va contando. Me ofrecen un espejo para verlo, pero me niego (y de esto me arrepiento). La matrona jovencita me avisa que en un par de pujos más, nos vamos a paritorio y que allí ya son sólo cinco minutos.

Tan cerca...

La Duendecilla nació un cuatro de abril sobre la una del medio día. Me la pusieron encima, mojada y llena de grasita y nos enamoró a su padre y a mí cuando abrió sus preciosos ojos y nos miró. Es alucinante. Nos miró... 

Me ayudaron a quitarme el sujetador (sí, parí con sujetador, ¡habráse visto! tanto parto natural y tanta po**, y luego...) y empezamos la lactancia en ese mismo momento.

En fin, quería que este post fuera más cortito, lo juro. Si habéis llegado hasta aquí, gracias... Yo he de reconocer que se me ha escapado la lagrimita escribiéndolo. Así es como lo recuerdo dos años después (cotejaré con la crónica que tengo escrita por ahí de entonces, aunque me juego una cresta de pollo a que no varía tanto. Estas cosas son de las que quedan grabadas a fuego en ti. For ever and ever).

Pues eso, mañana mi enana, esa que nos enamoró, cumple dos añitos.

Aish...


jueves, 28 de marzo de 2013

Al habla... Mamá Duende



Mmmmm..... Estooooo..... Errrrr......

Nop. Definitivamente, este tipo de entradas donde una ha de hablar un poco sobre sí misma y presentarse no son lo mío. Sí, sé que ha sido idea mía, que podría no hacerlo (total, el blog es mío), pero me han enseñado que, cuando una llega a un lugar nuevo, saluda y se presenta. Con elegancia. Con estilo... Uf.

Allá vamos *tomando aire*.

Soy una mujer de treintaytantos, licenciada en Biología y en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, que vive en un pueblecito del Levante español. Pareja de Papá Duende desde hace —madrededios— doce años y casada con él desde hace siete; mamá de un Bebé Estrella, de una Duendecilla de dos años y embarazada de otro Pequeño Duende.

Me gusta leer, escribir, la Naturaleza —los paseos por la montaña y por la playa, hum—, el cine y la música (joer, qué típica). Además, soy adicta a blogs y a foros, aunque desde que soy mamá dedico muy poco tiempo a todo esto. ¿Me entendéis? Bien, seguid conmigo.

De siempre me han gustado mucho los bebés (de cero a unos seis meses) y menos los bebés más mayores o los niños. Sin embargo, desde que la Duendecilla corretea por casa, y por donde sea, he aprendido que los bebés "mayores" también tienen su aquel —sobretodo si no están en plan rebelde o en modo bestia parda. He descubierto los placeres de hablar idiomas raros, volver a jugar a Lego y a los trenes, de ver de nuevo las pelis Disney de mi infancia (sí, ella todavía no sabe que son las "viejas", aún la engaño) y de hacer como que veo Dora la Exploradora mientras la destripo despacio y con alevosía en mi mente. Enseñarle el mundo a la enana es un placer en sí mismo. Y cuando te busca porque sólo tú puedes solucionarle lo que le pasa, te sientes Superman (nunca me gustó Superwoman).

Ser mamá es una aventura, copa tu vida al 200% y tú, a veces, peleas por encontrar a esa "yo" que eras antes. Buscas espacios, tiempos... pero, ah, esa "yo" ya no existe. Ahora, incluso cuando estás en modo madre off, sigues sintiendo y pensando como madre.

Lo soy.

Lo seré ya toda la vida.

Esta es Mamá Duende.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Estrenando blog...

Sí, otro más. Un nuevo reto, otro hijo hecho de palabras que mantener. Quienes me conocéis lo sabéis: me gusta escribir, me gusta expresarme y comunicarme con las letras. Tengo tres blogs como autora y otros tres —contando con este— personales. No penséis que soy como Shiva y cuento con más de dos brazos —necesitaría también más de un cerebro—; soy una persona normal, trabajadora (dentro y fuera de casa), esposa, madre, hija, amiga y mujer. 

Inquieta, eso sí. 

Me sería imposible mantener seis blogs a la vez, y, de hecho, alguno pertenece a una época muy concreta de mi vida: me sirvió en su día y en la actualidad está completamente parado. Otros están en stand by, tienen sus momentos y se los dedico cuando me llama hacerlo. 

Y luego está este. 

Una vez, en un momento delicado de mi vida, alguien sabio me dijo que yo era una mamá con duende. Ahora soy mamá de una preciosa Duendecilla que nos hace felices desde hace dos años y estoy en proceso de fabricación de un nuevo Duende, que nacerá, si todo va como debe, a finales de octubre. El blog del embarazo de la Duendecilla es privado, así lo ideé y así se quedó. Este nuevo blog surge de la inquietud de contar y compartir las visicitudes de una mamá cualquiera en mi situación; cosillas cotidianas, dentro y fuera de rutina, que no tienen nada de especial, salvo para quien las vive. Como este blog, hay mil en la blogosfera (y me quedo corta, fijo). Este es el nuestro.


Bienvenid@s. Estáis en vuestra casa.