lunes, 27 de mayo de 2013

El síndrome del nido... o cómo volverte loca con la casa.



Dice la Wikipedia que se conoce como Síndrome del nido...


"...a un tipo de conducta que se produce con frecuencia en las mujeres embarazadas consistente en incrementar el tiempo dedicado al orden y limpieza de la casa, a poner en orden las estancias, lavar las ropas, etc. Este tipo de conducta se da principalmente en el tercer trimestre del embarazo, es decir en fechas que se acercan a término. Algunos expertos plantean como hipótesis para explicar esta conducta que es una forma de afrontar la ansiedad ante la llegada del nuevo bebé, o como deseo de controlar la nueva situación. En todo caso esta actividad provoca sensación de tranquilidad y confianza a la futura madre."

 Mi recuerdo del embarazo anterior con respecto al síndrome del nido es.... nulo. Es decir, sabía lo que era, escuchaba a mis amigas y, sobretodo, a las mamás abrileras hablar de él, de todo lo que estaban haciendo en casa y la necesidad que les instigaba a ello, pero yo... estaba tan campante. Vaga a tope, vamos. Y más en el tercer trimestre. Quizá porque fui haciendo las cosas muy poco a poco durante el embarazo y nunca sentí una necesidad acuciante de ponerme a limpiar/ordenar/pintar. 

Pero ahora me ha entrado fuerte. Hombre, fuerte, fuerte no sé, pero comparado con mis ganas habituales en cuanto a los temas de limpieza doméstica y organización del hogar... diría que exagerado. El otro día Papá Duende se agobió cuando le mostré una lista donde había palabros como "limpiar pared de la cocina" y "ordenar zapatero". Lo que no sabe es que en mi cabeza hay más cosas: lavar cortinas (¿por qué diantre nos da por lavar las cortinas cuando va a llegar un nuevo bebé a casa? Ni que fuéramos a envolverlo con ellas... ¬ ¬), pasar aspirador por rincones imposibles, cambiar pintura de la entrada por papel pintado (?¿?¿... Seee, muy necesario para el nuevo inquilino del hogar también). En fin, resignación... la que tienen que tener con nosotras.

Yo no estoy ni mucho menos en el tercer trimestre, como dicen en la Wiki, pero me veo el verano por delante, y me entra la flojera: en agosto quiero estar tumbada en una hamaca cuando no esté a remojo o chapoteando en el agua... Ya veremos con la Duendecilla de dos años si eso no se queda en un mero... "Sueño de una noche de verano". 

Tampoco sé si es una forma de controlar la ansiedad por el nuevo miembro de la familia. Lo que sé cierto es que, en cuanto nazca, vienen unos meses que no voy a estar para nada más que lo necesario, que ya me ocupará 27 horas al día, por tanto lo que llevemos adelantado... eso que llevamos.

De momento, ya tenemos finiquitada la "operación muebles de aseo", que nos ha mantenido felizmente ocupados durante todo este fin de semana pasado, y en breve comenzaremos con la "operación toldo". No digo más. 

Os deseo a tod@s que seáis felices con el desorden... Es lo mejor (y más si esperáis/tenéis duendecillos por casa).

La prueba del delito


miércoles, 22 de mayo de 2013

Ecografía emocional 3D/4D (17 semanas)


(Vídeo de un feto de 18 semanas de 
gestación disponible en la web de Ecox).


En realidad, estaba de 16+3, oficialmente; de 16+6 según ciclo y ecografías del primer trimestre. El sábado (11 de mayo) fuimos a hacernos una ecografía emocional. Solos el papá y yo. Y el Piratilla. Porque sí, se ha vuelto a ver "algo" entre las piernas, algo que la Duendecilla, de las mismas semanas, no tenía.

Estuvimos pensando en si debíamos llevarla o no. Al final decidimos que no, que se vendría a la de las 27 semanas, porque, sinceramente, en este tiempo de embarazo nuestros bebés parecen aliens. Aliens preciosos, que nos hacen llorar, porque son nuestros, pero aliens al fin y al cabo. Y yo no quería que la Duendecilla pensara que va a tener un alien por hermano. Ni siquiera sabía si sería capaz de verlo (a mí me costó ver ciertas cosas... jaja).

Me emocioné como la primera vez. No como la primera vez que vi a este bebé, sino como la primera vez que vi a uno de mis bebés... Me sigue asombrando: ponen el aparatejo ahí, encima de tu barriga, y en la pantalla sale un crío que se supone está dentro de ti. Lo que más me impresionó esta vez fue que iba con la idea preconcebida de que esta ecografía no se diferenciaría mucho de la que me hice con la Duendecilla a la misma edad gestacional (a parte de lo obvio, claro), al fin y al cabo, todavía no tienen prácticamente grasa corporal y sus facciones no están del todo definidas; pero en absoluto. El Piratilla es "más grande", el cráneo me pareció mucho más robusto que el de su hermana y no digo nada del torso y los brazos: aquella mostraba un costillar con el cual se habría podido tocar el arpa, mientras que éste ya lo tenía bien escondidito bajo la grasa.

En fin, que los segundos vienen pisando fuerte (y esto, ya me lo habían avisado).

Un nene. La parejita.

No voy a negar que estoy encantada...

jueves, 9 de mayo de 2013

Comer por dos (16+1)


"Bueno, seguro que no te lo comes todo", me he dicho mientras lo sopesaba. Normalmente son de atún con tomate, pero esta vez era de tortilla de patatas y, claro, pesaba un huevo... y unas patatas.

Ni una migaja, oigan.

Cada día me traigo una baguettina para almorzar y siempre me propongo dejarme un piquito, por aquello de no jalármela entera (mentira, con las de atún, ni siquiera me lo planteo: para adentro sin contemplaciones), pero vamos, que ha caído sin pena ni gloria, enterita.

Y claro, luego vienen las chaquetas que no abrochan.

Este embarazo va a ser de órdago. Se acabaron las náuseas del primer trimestre y lo que ha quedado es un hambre voraz, sobretodo por las mañanas. Y si fuera la primera vez, iría de novata y pensaría aquello de "será durante el embarazo, que estoy formando una personita"; a la afirmación no le falta razón, pero también sé que no hace falta comer por dos durante el embarazo. Lo que me tiene aterrada es que cuando sí parece que hace falta comer por dos (o tres) es durante la lactancia, así que no sé qué haré —quizá ponerme una vía en vena con bocadillos variados—. Recuerdo haber tenido más hambre en el embarazo de la Duendecilla, pero recuerdo incluso perder levemente el control cuando era una madre lactante. Era de locos, afortunadamente la leche me sienta bien y lo solucionaba todo con vasos de leche, que eran rápidos de preparar e ingerir y que me daban un chute de alimento y energía (dos cucharadas de azúcar y una de Nesquick) necesarios para seguir con los ritmos que te marca un recién nacido.

Ayer fui a la matrona y he cogido no llega a tres kilos en lo que llevo de embarazo. En principio solté el "ufff...", pero pensándolo fríamente y mirando la baguettina de tortilla de patatas que me acabo de calzar... no está mal... Estamos a punto de empezar con los helados... jum!... Qué miedito...

Pero ya sabéis lo que pienso: estoy embarazada y la veda está abierta. No más de lo que el cuerpo te pide, pero lo que te pide el cuerpo.... Enjoy!