sábado, 13 de abril de 2013

Primer trimestre (12+3)




Ya estoy mirando de nuevo vídeos y fotos en 3-4D de bebés dentro de la barriga de mamá. Porque estoy embarazada de nuevo y, si os digo la verdad, no pensé que con este embarazo —eso de no ser el primero— me fuera a emocionar tanto. No por nada, creía mi curiosidad saciada, creía haberlo vivido con tanta intensidad que podía permitirme un poco de holgura esta vez. Pero es imposible. El milagro de la vida me traspasa de nuevo, erizándome y emocionándome. Los niños son niños, los vives mucho tiempo, los tuyos, los de otros, y es maravilloso. Pero llevar vida dentro... es especial...

Papá Duende y yo obtuvimos el positivo un domingo, tres días antes de mi falta (o debería decir, el mismo día, según mis últimos ciclos). La sonrisa en la cara, los pies en la Tierra. Los dos sabemos que un positivo no significa necesariamente que dentro de nueve meses seremos papás.

El primer trimestre ha pasado lento... pero rápido. La lentitud viene de la mano de la incertidumbre, de la ansiedad. También de las náuseas y del cansancio. La rapidez viene de la mano de la Duendecilla, que me ha mantenido ocupada y entretenida, mente y cuerpo. En principio pensé que esta vez no habría náuseas —ilusa de mí, recordaba que en el embarazo anterior las tuve casi desde el principio y en este... pues también, casi, desde la semana seis. Y han sido peores... quizá porque habían de serlo, quizá porque el cansancio las acusa y... lo dicho: con la enana, no he parado mucho a descansar.

Y hablando de.

Mamá Duende es un lirón. Lo es de siempre (mis padres estarían en desacuerdo si hablamos de mis primeros meses de vida) y lo fue embarazada. ¿Eso de "no puedo dormir por la incomodidad de la barriga" o "porque tengo que levantarme mil veces al baño y me desvelo"? Yo no sé lo que es. Rectifico: no lo he sabido hasta ahora. Tampoco es que me levante al baño. Pero esta vez sí que no puedo evitar los desvelos y el insomnio. Y no sé por qué. Y me revienta... literal y metafóricamente hablando.

Pocos síntomas más, aparte de mi amor repentino e incondicional por el Caribán y el corrector de ojeras.

La primera vez que tuve cita con la matrona estaba de unas seis semanas. Me emocionaba el simple hecho de volver a esa consulta y estaba especialmente contenta cuando volví a ver a M. ¡Qué cantidad de recuerdos! Una de las personas que más me enseñó sobre cómo vivir un embarazo y cómo afrontar un parto. Alguien a quien acabas queriendo, irremediablemente. Se alegró al verme allí de nuevo también. Hicimos la rutina, me abrió nueva cartilla de embarazo e iniciamos todo el papeleo para analíticas, cribados, etc. Me apunté a un estudio clínico sobre (no os durmáis mientras leéis el título) "estrés oxidativo sistémico e hiperlipidemia en el primer trimestre de gestación y su asociación con el parto pretérmino y la preeclampsia", lo que me supuso dos tubitos más —siete en total— de sangre en la extracción para el análisis.

En la semana siete acudimos a hacernos una ecografía. No recuerdo haber estado tan nerviosa en mucho tiempo —casi reviento el tensiómetro, antes y después de la eco; vamos, que no hubo forma humana de tomarme la tensión—; el ginecólogo, H, super majo. Íbamos recomendados, pues había atendido el parto de una amiga y su forma de ver las cosas nos gustaba. Nos tranquilizó muchísimo. En cuanto a riesgos. A probabilidades. Y nos enseñó por primera vez a nuestro renacuajo, ahí, unos pocos milímetros de mancha clara sobre fondo negro que latían a mil por hora. Hay que ver lo que hace una ecografía. La magia se despliega...

M volvió a verme estando de once semanas. Yo llevaba rumiándolo en casa unos cuantos días antes de acudir, pero fue ella quien me lo ofreció. "Si quieres intento escuchar al bebé, pero bajo tu promesa de que no te vas a asustar si no lo conseguimos, que es muy pequeño". Accedí y... efectivamente, no lo conseguimos. La placenta, que estaba fija en un sitio, fue localizada, pero el bebé... hubo un par de ocasiones en que le pareció escucharlo —"¿A que aún escuchamos al hijo de su madre?", decía—, aunque no fue posible "cogerlo".

En serio, y me repito, pensaba que esta vez estaba más de vuelta de todo. Que en las ecografías sabía qué esperar y que no me sorprendería o alteraría en absoluto. ¿Estás faba o qué? (como decimos por aquí). Los lagrimones que me caían en la eco de las doce semanas me dejaban por mentirosa y cabeza hueca. La ginecóloga fue tan amable de dejarnos verl@ antes de ponerse a hacer las mediciones y ahí estaba, saludando. El valor de la traslucencia nucal dio un valor normal y, aunque hubo de moverlo y esperar porque tenía las manitas en la cara, también había presencia de hueso nasal. El cristiano, todo estupendo. Y ella bastante convencida de que vamos a tener un nene... No me gusta que lo digan tan pronto, con tanto margen de error, porque quieras o no, ahora veo en azul...

Primer trimestre superado. Qué rápido, esta vez...

2 comentarios:

  1. Qué bonito Raquel!!! Cuántas sensaciones intensas!! A disfrutar de todo al máximo! Un besazo PD: prefiero un eurico ;)

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    1. Muchas gracias!!! Jejeje, sí, ya... he puesto eso y acabaré arruinándome, aunque, de momento, me puedo permitir el euro por pensamiento xDD Un besote!!

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Un penique por tus pensamientos...

[Este es un sitio de buen rollo. Cualquier comentario fuera de lugar será eliminado ipso facto -todo lo ipso facto que me dejen dos bebes-]. Gracias.